(a las mamás de UCIN, Aly, Sandra)
Conectar con las entrañas consigue revolver los recuerdos de noches de sueños interrumpidos, de alas rotas y deseos truncos. Es el alimento crudo que lastima los dientes y hiere nuestra integridad cuando la noche llega sin estrellas y sin luna.
Un grito ahogado desgarra mi estómago mientras los estigmas sociales me callan y me ignoran, encerrando mi dolor en los encuentros sociales pasajeros y undiendo mis lágrimas en los vapores con los que limpian las ventanas en una rutina sin sentido.
Culpa, lástima, odio y desolación son las llamas que me consumen en un segundo eterno. El invierno me quema hasta el tuétano y mi cordura estalla en un millón de astillas.
Odio las cenizas que son yo y odio el fuego de mi tristeza interminable.
Quiero ignorar mis entrañas, olvidarme a mí misma y la bala de la ruleta rusa que atraviesa mi sangre fuera de mí… pero el agua inunda mis pulmones y muero en vida otro minuto más…